No todos los días cumple 30 años una de tus mayores influencias. Comencé mi carrera profesional haciendo tira cómica, aunque lo que yo quería siempre era hacer cómic-books o álbumes tipo Mortadelo, pero esto era lo que había. Apenas algún periódico o publicación «de bar», te pedía, si les gustaba tu trabajo, un par de tiras.
Así empecé. Y siempre he admirado la tira de prensa norteamericana, he leído Garfield desde chaval, he leído Peanuts (aunque nunca conectaba con Carlitos, la verdad), Mafalda… Fué un poco más adelante cuando me interesé, gracias al libro De Los Cómics a la Pantalla, de Roman Gubern y Javier Coma, por otras tiras de prensa que antes no había conocido, y que en este país eran difícilmente encontrables, como la de Li´l Abner, de Al Capp, o las de detectives con Dick Tracy y los Hombres G.
Pero tengo un rinconcito especial, un descubrimiento ya tardío, alla por 1998, que marcaría mi concepción de la tira cómica: Calvin & Hobbes. La narrativa, la ductilidad y plasticidad de Bill Watterson para contar cualquier cosa en diferentes estilos, y, sobretodo, las ensoñaciones de Calvin, con las que, aún hoy con la edad que tengo me sigo identificando al 100%, me dieron un «toque de atención» sobre cómo podría contar algunas cosas que siempre he querido contar.
A partir de aquella influencia, y también la más reciente aún de Liberty Meadows, de Frank Cho, surgió el aspecto final de #CHICADESERIEB. Difícil explicar con palabras la admiración sentida por Watterson, pero lo intenté, en una de las tiras que he hecho que más han llegado a vuestros corazoncitos: